Así rezaba un conocido álbum de Supertramp hace ya algunas décadas, tiempos convulsos en la economía mundial, que parece que se repiten ahora. Eso dicen, porque hemos pasado de una situación de estancamiento, de un ligero receso en la actividad, de un menor crecimiento económico, a hablar ya de crisis. Sí, ha habido que dejar pasar la cita electoral para que lo que un día es un catarro, al día siguiente sea una pulmonía.
Hoy descubrimos que en el pasado mes de marzo, las ventas de automóviles ha descendido en un treinta por ciento en Euskadi, el peor dato en 15 años. Eso nos sitúa en aquel 1993, de crisis, tras el exitoso y olímpico 1992. Los pisos no se venden y los coches tampoco. Está claro que las grandes compras, para las que hacen falta créditos, frenan. Tendremos que aguantar el utilitario un poco más, sobre todo, si nos quedan plazos por pagarlo, que tal y como está de alegre el euribor, el próximo que compremos directamente volará.
Tampoco está mal reflexionar sobre el concepto que tenemos del automóvil. Lo normal es tener coche, pero pocos caemos en la cuenta de si realmente lo amortizamos. Es un objeto de lujo, si no lo usamos. Los impuestos, la gasolina, los seguros, las multas, el mantenimiento, al margen del precio del vehículo deberían hacernos caer en la cuenta del dinero que malgastamos. Lo siento por los fabricantes y los concesionarios, pero el día en que reconozcamos que es más barato y muchas veces más cómodo alquilar un coche cuando lo necesitamos, pillar taxi , o viajar en transporte público, este negocio del motor va a caer y no porque haya crisis. En su día nos convencieron que, para ser alguien, había que tener coche. Y cuanto más grande mejor. Cuando nos hablan de que hay que ahorrar combustible, y de que el problema de estacionamiento es muy serio, nos convencen de que necesitamos todo terrenos caros, poco ecológicos, y que no caben en los garajes.... algo falla, y no solamente en la economía, sino en la inteligencia de muchos de nosotros.
Lamentablemente, me da que seguiremos hablando de crisis durante una larga temporada. Por otra parte, hay también quien cree que cuanto más se hable, más crisis habrá, porque el miedo se expande y todos guardamos la cartera, y eso es lo peor para la economía. Comprar, invertir y gastar es la base de nuestro sistema, y por eso a veces nos convencen de que necesitamos coches o casas nuevas o mil objetos nada imprescindibles. Y en tiempos de crisis, la cartera se guarda, y la reflexión de lo que gastamos se agudiza. No todo va a ser negativo, ¿no?
martes, 1 de abril de 2008
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1 comentario:
Sr. Lejarza...entiendo su análisis pero no favorecen estos comentarios en la situación económica actual. Es más... sigue usted su propio consejo?
Saludos.
Alfonso
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