miércoles, 23 de abril de 2008

LOCURAS

Con cierta preocupación, leemos hoy en la prensa que los aviones que aterrizan en el aeropuerto boliviano de Potosí deben guiarse en sus maniobras a través de la señal de radio. Hasta aquí, la noticia no parece serlo, porque uno imagina que las señales de radiofrecuencia son las que comunican la torre de control con las aeronaves. La noticia es que la señal de radio que reciben los aviones provienen de una emisora local, ya que la antena de posicionamiento de la pista no funciona. Por eso, en cuanto los aviones escuchan la señal de la emisora Radio Kollasuyo, ya saben que se encuentran encima de la ciudad de Potosí y pueden pensar en aterrizar. No parece muy tranquilizador pensar en un viaje a Potosí en semejantes circunstancias, y más desconociendo absolutamente la programación musical de la emisora. O aun peor: imagínense que rebotan la emisión de Jiménez Losantos.... puede haber una tragedia.

También hay mucha preocupación por la situación del sacerdote brasileño que despegó atado a mil globos cargados de Helio en una acción con carácter benéfico. Sí, se le vio despegar cerca de Sao Paulo, vestido con un traje térmico, un casco, y un paracaídas. La suelta de globos con sacerdote adosado fue hermosa, pero al de unas horas se perdió contacto. Dicen que han aparecido unos cuantos globos en alta mar. Dicen que poco antes de su desaparición llamó por teléfono para preguntar por cómo funcionaba el GPS. Vamos, que perdido andaba por las alturas. Esperemos que aparezca con vida, pero hay que reconocer que esta necesidad de llamar la atención poniendo en peligro la vida de una forma absurda lógicamente tiene sus riesgos. Y subirse a un globo, lo tiene. Y a mil globos, ni les cuento. Si no fuera porque está en juego la vida de una persona, calificaría esta “hazaña” de soberana estupidez. Los fines benéficos y las gestas humanas muchas veces justifican y dan mérito a lo que en otras circunstancias diríamos que es una locura absurda. Y si encima uno lleva un GPS y no sabe cómo usarlo, pues es una locura absurda improvisada, pero benéfica, eso sí. Qué pena.

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