miércoles, 23 de abril de 2008

¿AVENTURAS O LOCURAS?

Seguimos sin saber nada del destino del Padre Di Carli, el sacerdote brasileño que desapareció durante su intento de batir un record de permanencia suspendido de 1000 globos de colores. Todo indica que no lo ha conseguido, algo que estaba en el abanico de posibilidades. Todo indica que era un señor muy lanzado, muy atrevido, y hasta sus entrenadores de vuelo aseguran que no era muy disciplinado y que a las clases teóricas no acudía. Confiaba mucho en sí mismo, y en el destino divino, supongo. Desde luego, el GPS no era un invento que podría ayudarle, ya que lo último que se sabe es que llamó para pedir ayuda sobre el funcionamiento del GPS. No sabía ni dónde se encontraba. ¿Falta de previsión? ¿Osadía? ¿Inconsciencia? Estas preguntas nos las hacemos muchos y muchas, pero sólo porque el objetivo no se ha cumplido. Si hubiera llegado a destino, hubiéramos aplaudido su gesta.
¿No es hora ya de preguntarnos, en serio, dónde están los límites de las aventuras y las gestas?
Lograr una hazaña, a veces velada por un supuesto carácter deportivo, no debe eliminar el grado de peligrosidad innecesaria que conlleva. Hoy conocemos la gesta de Juan Menéndez, deportista asturiano, que ha logrado cruzar el Océano Ártico en bicicleta y en solitario. 45 días en solitario, soportando temperaturas de 25 grados bajo cero y sin dejarse acompañar de un móvil , un GPS, o cualquier apoyo exterior. Me alegro por él, porque lo haya logrado y porque esté vivo. Pero no sé yo por qué hay que negarse a la ayuda que puede suponer la tecnología en caso de emergencia. ¿Tiene menos mérito cruzar el Ártico sin GPS que con GPS? El reto ¿cuál es? ¿Pedalear en condiciones extremas por esas latitudes o jugarse la vida a ver si, por casualidad no se pierde? Para un próximo reto, habrá que pensar en cruzar el Ártico pedaleando, sin ropa de abrigo, descalzo y con la rueda pinchada, a ver qué pasa. Y si sucede lo peor, el mundo de la Aventura lamentará la pérdida que todos lamentaremos. ¿Realmente, merece la pena?

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