Sin duda, este es el trimestre más largo del año. Sí, ya sé que Febrero es el mes más corto, pero se hace eterno. Es un trimestre duro para casi todo el mundo. Los parlamentarios de la Cámara Baja lo tienen más fácil, porque de los 124 días laborables que tiene este segundo semestre parlamentario, sólo trabajarán 43. Han parado dos semanas por las elecciones vascas y gallegas. No está mal.
No parece agotador el trabajo de parlamentario: el Congreso tiene actualmente dos periodos de sesiones: de septiembre a diciembre y de febrero a junio-, lo que les deja cuatro meses de vacaciones: dos en verano y dos en navidades. Este año, además se suman las dos semanas extra por las elecciones autonómicas.
Cada vez que se critica a los políticos, especialmente a los
parlamentarios, hablan de que hay mucho trabajo que no es público, que no se ve en el hemiciclo. No lo discuto, pero es evidente que escaños vacíos, sesiones plenarias con baja presencia que hasta la presidencia del Congreso recrimina y parlamentarios leyendo el periódico mientras otros exponen sus argumentos desde el estrado, que no pretendan que su imagen mejore. En estos tiempos en los que lo único que crece es la longitud de la cola del paro, no se puede aceptar con fáciles tragaderas que los parlamentarios tengan cuatro meses y medio de vacaciones, y salarios de entre cuatro mil y seis mil euros. Seguro que trabajan mucho, pero no lo aparentan. Y ya se sabe que hay un popular refrán que dice algo así: “además de serlo, hay que aparentarlo” .Habla de la decencia, pero puede servir el refrán para este asunto que hoy abordamos.
lunes, 23 de febrero de 2009
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