miércoles, 18 de febrero de 2009
COMER CON HITLER
Adolf Hitler fue un indeseable, hasta en la mesa. Esa es la conclusión que sacamos al conocer su conducta como comensal, por lo menos, en sus últimos días. Así se describe en un informe secreto descubierto en un domicilio particular del suroeste de Inglaterra, escrito por un teniente coronel alemán que antes de ser detenido por los aliados pasó varios meses del año 1943 en la llamada Madriguera del Führer, su cuartel general en Rastenburg, Prusia. Hitler comía por comer, no disfrutaba en la mesa. No hacía caso al resto de los comensales ni seguía las conversaciones. No comía carne. Sólo verduras cocidas y frutas. Eso sí, los postres eran auténtica pasión. No se podía fumar en su presencia. En la mesa, sin embargo, él disfrutaba mordiéndose las uñas y arrascándose la nariz. Tampoco sorprende que haya sido así en la mesa. Era un amargado. Dice el mismo informe que sus relaciones con las mujeres no eran muy normales, y que se creía que su relación con Eva Braun era únicamente platónica. Pero, para tranquilidad de muchos, desmiente que fuera homosexual. No era ni hetero, ni homo: era un monstruo. No dejarán de interesar los detalles de la personalidad de ese ser tan despreciable, sobre todo para intentar entender las locuras que cometió. Con lo que hemos descubierto hoy confirmamos que no respetaba n a sus comensales, ni a sus cocineros. Nada extraño, vamos.
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