Cuántas veces he defendido mi afición al toreo, y siempre siendo consciente de que mis argumentos estéticos no pueden solapar la sangre de un animal asesinado. A pesar de ello, no puede evitar el extraño disfrute de una buena tarde de toros. Ayer, viendo “España Directo”, pasé un mal rato viendo un reportaje sobre “Jairo Miguel”, el niño torero que cumple ahora 16 años. Un reportaje con entrevista incluída a la estrella infantil de los ruedos, en la que, sin negar que es dificil de aceptar que un niño se juegue la vida delante de un toro desde los ocho años, elogiaba su arte De hecho, la noticia es que ahora ya podrá torear en España, porque la ley impide que menores de 16 años lo hagan. Sus padres aparecían en el reportaje y, sorprendía la comprensión de su madre que en los últimos tres años no ha visto apenas a su hijo por su carrera taurina en Latinoamérica. El chaval hablaba con total parsimonia de que sus estudios llevan un retraso de dos años, porque no puede estudiar en un colegio normal. Y a sus padres no les parece mal.
Piensen ahora que Jairo Miguel no fuera torero. Que fuera cantante, o actor, o que trabajara en la tienda de sus padres haciendo recados, como en generaciones pasadas. Habría alguien que denunciaría el asunto, que pediría que les quiten la custodia a unos padres que permiten que su hijo trabaje, abandone la educación obligatoria, y encima se juegue la vida ante un público. Pero claro, algunos dirán que lo de este niño es arte, y arte taurino, y ya sabemos que eso justifica muchas otras razones para que deje de torear. Con espectáculos como ese vídeo, me lo están poniendo dificil para buscar más justificaciones para disfrutar en una tarde en los toros.
domingo, 15 de febrero de 2009
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