El mundo que vive alrededor de los puertos deportivos llora la muerte de Olin James Stephens, diseñador de algunos de los veleros más renombrados en la historia de la competición. Mientras tanto, el millonario Roman Abranovich espera ansioso la entrega de su nuevo yate, cuyo diseño corresponde a Philip Stark y en nada se parece a un velero, y ni siquiera, a un yate convencional.
Las embarcaciones del primero de nuestros protagonistas se cotizaban por su belleza y por su carácter competitivo. Nuestro segundo protagonista compite en los negocios y en alta mar. Es uno de los hombres más ricos del mundo y para que no haya dudas al respecto, ha encargado la fabricación del yate más grande del planeta, con 170 metros de largo y un precio de 250 millones de euros. Y por si fuera poco, es el tercer mega-yate que incorpora a su flota particular.
El señor James Stephens descansa en paz a los 100 años. Una larga vida. Abranovich tiene 41 años. Una larga vida para sus negocios que le han procurado una inmensa fortuna que gasta en excentricidades marinas, pero que no le deja descansar, ni estar en paz, visto que su nueva embarcación tiene varios compartimentos acorazados ( incluído su camarote) y un pequeño submarino por si hay que escapar por las profundidades. No parece que haya precio para la tranquilidad.
domingo, 5 de octubre de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario