Hace unos años se celebró en Bilbao un congreso de “eurofans”, aficionados al Festival de Eurovisión. Lo que imaginaba iba a ser una juerga con canciones de Massiel y Abba, era una reunión de decenas de serios aficionados reunidos en torno a una gran mesa, recopilando información y analizando los detalles más increíbles de todas las ediciones de este certamen musical. Vamos, que lo mismo que hay coleccionistas de sellos y son muy serios, hay coleccionistas de festivales.
Lo que resulta para muchos un auténtico circo, es un asunto más serio. Llena páginas y mintos televisivos y radiofónicos. Siempre hay alguna polémica, que no viene mal para darle difusión.
En algunos países, es una auténtica plataforma de artistas. Mueve millones de espectadores en su retransmisión. Hay quien le ha dado importancia política, ya que las grandes potencias europeas ( Reino Unido, Francia, Italia y España, por citar algunas) no se comen un colín en las votaciones.
A mí, me divierte el festival: me divierten las canciones y videos de los candidat@s. Los de aquí, y los de otros países. Los hay con mucho mérito, y los hay con poca verguenza, pero todo aquel que se sube a un escenario tiene como objetivo entretener. Y lo están haciendo. Los que se toman en serio la música agradecerán que los apoyos del circo televisivo ya no estén entre los favoritos. También habrá que reconocer que será más aburrido, porque un friki entretiene.
Por cierto: los que consideran que toda la música de un festival es una mierda, que aprendan a diferenciar: es un festival, es un concurso con sus claves determinadas. Para ganar hay que hacer musica “festivalera” que tiene que tener una serie de factores que, por cierto, España no logra hacer coincidir desde los años 60.
viernes, 22 de enero de 2010
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