La sensibilidad ante el ruido crece. Vemos estos días como en Markina se pregunta a los vecinos por la eliminación de las campanas del antiguo ayuntamiento. En otros municipios, los campanarios de las iglesias han tenido que dejar de sonar de noche. Los servicios de limpieza modifican los contenedores para que sean menos ruidosos a la hora de su recogida. Está claro: nos dirigimos poco a poco, a una sociedad más silenciosa y respetuosa.
En Madrid, los vehículos policiales y las ambulancias han adaptado las sirenas a la nueva normativa, que obliga a que sean más silenciosas, sin dejar de perder su sentido de alerta. Los bomberos no lo han hecho, alegando "nostalgia". Dicen que cambiar las sirenas sería perder algo importante de su tradición. Ya ven: para unos los que es ruido, para otros provoca morriña.
En Dublín se han puesto serios con sus vecinos más ilustres. 37.000 euros de multa tendrán que abonar por exceso de ruido en sus últimos conciertos. Sucedió lo mismo en Barcelona con una multa de 18.000 euros. Que me perdone Bono y los fans de U2 pero para los denunciantes su intocable música es "ruido". El asunto huele a afán recaudatorio, porque todos sabemos que U2 no es el único grupo que toca al aire libre y superando lo permitido, pero sí nos consta que es de los que más ganan. A ver si empiezan a multar a los grupos que tocan en verbenas y encima tocan mal. Primero les contratan, y luego les multan, y así ahorran los ayuntamientos, que falta les hace.
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