La preocupación por el día que nos toque dejar este mundo nos agobia de muchas maneras. Unos pagan durante toda la vida su funeral, sin saber si alguien les va a acompañar en ese día en el que no estarán muy atentos para pasar lista. Otros se esmeran en ser equilibrados en el reparto de su herencia, sin constarles si sus herederos tienen los mismos buenos sentimientos. En fin, que lo hagamos como lo hagamos, no estaremos aquí para saber si lo hemos hecho bien.
Hay quien se muere y da una alegría a sus allegados. Sí, suena fuerte, pero lo explico: En el estado de Connecticut, en Estados Unidos, el bueno de Donald Peters falleció a los 79 años de un infarto al corazón. Su viuda, Charlotte, lloró su muerte y con el luto aún puesto, dos meses después de enviudar, comenzó a dar saltos de alegría al comprobar que en los bolsillos de la chaqueta que llevaba su difunto esposo el día de su muerte se encontraba un billete de lotería premiado. Y no era una pedrea, no: hablamos de 7,2 millones de euros que desea invertir en un espectacular “corvette” y en una noche loca en un casino. La pobre Charlotte abandona el luto y se convierte, gracias a la suerte póstuma de su marido en toda una viuda alegre.
domingo, 4 de enero de 2009
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