domingo, 18 de octubre de 2009

EL REGRESO

Hace meses que dejé de escribir en el blog. Ya se sabe: llega el verano, te tomas vacaciones, sigue el relax con el calor y la vuelta a la rutina te mantiene ocupado. Vamos, que para uno mismo y sus reflexiones no encontramos a veces el merecido tiempo. Per esto se acabó: ya estoy de vuelta.
Como siempre o casi siempre, me fijaré en algunas noticias de esas que denominamos insólitas o cuirosidades y que suelen tener más fondo de lo que parece. Hoy me fijo en la necesidad de la fama y su rentabilidad. Ya hay confirmación policila y por tanto oficial de que el ya conocido como caso del " niñó del globo", que mantuvo la atención de medio mundo en directo, siguiendo las evoluciones de un extraño globo aeroestático con un niño en su interior, resultó ser todo un montaje de sus padres para alcanzar la notoriedad y vender un programa las cadenas de televisión. Clama al cielo el escándalo y hasta dónde se puede llegar para ser famoso, a la luz de esta revelación. Pero sinceramente, no es para tanto. Lo que sí demuestra es originalidad para hacer semejante montaje. Para ser famoso se hacen locuras mayores, y a diario. tomen nota:

El viernes un canal televisivo ocupó muchos minutos de su programación con Rafael Amargo, el bailarín, como invitado. La semana anterior dejó plantado al equipo del programa y volvía a intentarlo. Hizo un amago ( no amargo) de irse en mitad de la entrevista, porque quería que le preguntaran por su trabajo. No quiso enfrentarse a Jesús Mariñas, quien había afirmado que hace años se acostó con el bailarín. Vamos, que iba de digno, de no querer entrar al trapo de la prensa del corazón, pero metiéndose en la boca del lobo y, por supuesto, cobrando. Y para jalear más, negó que se hubiera acostado conMariñas y que, si fuera cierto, él era menor. ¿En qué quedamos? ¿Te acostaste o no, siendo menor o adulto?

Unos implican a su hijo en una mentira aerostática para hacerse famosos y otros hacen como que no hablan de su vida privada, se indignan cuando alguien lo hace, y acaban sentados en un plató cobrando por ello. The show must go on.

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