Hoy se habla de debates, de cara a cara, de triunfadores, vencidos, y empates. Todo dependiendo del color del periódico con el que uno intente informarse. En plena campaña electoral, casi todo vale para ganar votantes. Y hay votantes que ponen precio a su voto subastándolo en Ebay. Casi pierdo un par de amigos por intentar manipularme para reforzar su apuesta política y por no dejarme en paz, que es como me gusta estar en las campañas electorales. Pero entiendo que hay quien vive esto con mucho apasionamiento. El ejemplo máximo lo pone hoy Don Justiniano Alvarez, nacido en 1920 y fallecido hace dos días. Era uno de esos militantes fieles, que incluso, ya no estando entre nosotros, se une a la campaña electoral con su esquela. En ella podemos leer: “Nos dejó el 23 de Febrero, con la pena de no poder ejercitar el derecho democrático al voto el 9 de marzo, a José Luis Rodríguez Zapatero.”
No me parece bien que se venda el voto en Internet, no me parece bien que haya quien venda el voto de otras maneras y que no se tenga un mínimo de criterio político y un respeto a un derecho como es el voto. Pero, la verdad, a los herederos de don Justiniano ya les podrían recompensar de alguna manera por su apoyo electoral desde el más allá. Cualquiera no se acuerda de su militancia en ciertos momentos.
Mientras vemos que los políticos se enzarzan en sus cosas, entre ellas si el paro sube o baja, que no se olviden que la tecnología a la que tanto apoyan es responsable de reciclar alguna de esas profesiones de toda la vida. Ahora llega el turno de los camareros. Aparecen los “e-menú”, pantallas táctiles instaladas en las mesas de bares y restaurantes para sustituir las cartas, se pueda elegir el menú y que la información llegue a cocina sin que nadie tenga que tomar la comanda. Vamos, que adiós al camarero. O eso puede pasar en poco tiempo. Hemos visto como desparecían los empleados de gasolinera o los carteros, que cada vez vemos menos al haber menos correo. Y que pena da que desaparezcan los camareros, que tanto empleo general y que tantas alegrías dan. Sí, porque un buen servicio en un establecimiento de hostelería se debe valorar más de lo que muchas veces hacemos y no me negarán que muchas veces buscan un bar por la persona que atiende a la clientela. Camareros y camareras no deben desaparecer del paisaje urbano y los políticos aún no se han dado cuenta de esta reivindicación. Esperemos que no lleguen tarde, como en otras cuestiones.
martes, 26 de febrero de 2008
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