La fascinación que me provocan las promesas de amor eterno ha sido motivo de más de un comentario en este blog. Cuando está a punto de acabar 2009, El Instituto de Estadística de Catalunya hace recuento y afirma que en esa comunidad las bodas aumentan un 1’3 por ciento. Pero esas uniones, no son como Dios manda: sólo el 30 % son bodas católicas. El otro 70 % son civiles, y entre ellas, un 3% son bodas entre personas del mismo sexo. De hecho, las celebraciones religiosas han caído a la mitad desde 2001 .
Por otra parte, las ganas de confirmar los votos de fidelidad y las de crear una familia cada vez llegan más tarde: la media de edad de las esposas es de casi 33 años y la de los esposos de 34’5.
Siempre buscamos explicaciones a los datos, y éstos lo que dejan muy claro es el cambio del paisaje social de un territorio. Catalunya no será un lugar tan diferente al nuestro en asuntos matrimoniales. Se comprende perfectamente que la Iglesia quiera reivindicar más que nunca la defensa de su familia tradicional. Ante los datos que tenemos delante, su concepto de pareja, matrimonio y familia está, como el lince en Doñana, en claro retroceso. Ni me alegro, ni me da pena. Pero deberían ser conscientes de que no son ya la apuesta mayoritaria, asumirlo, respetar a los demás, aunque ellos crean que su concepto de familia es el mejor.
martes, 29 de diciembre de 2009
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