Para el párroco de Cervera del Río Alhama, lo peor que le puede pasar a un recién nacido es que le pongan de padrino a un gay. Jose Manuel es un vecino de la localidad riojana que se casó con su actual marido y que no puede ser el padrino de sus sobrinos porque el sacerdote le dice que es gay y no está casado por la Iglesia. El padrino frustrado, que reside en Tudela, afirma que a su madre el anterior párroco le vino a decir lo mismo, pero con otras palabras más elocuentes: “ no voy a bautizar a tus nietos porque tu hijo es maricón”.
Según dice el afectado, el Derecho Canónico no dice nada de padrinos gays. Sólo exige el bautismo, la confirmación y la comunión. No consta llevar papeles indicando con quién se acuesta el padrino. Los sacerdotes que se ponen así de estrictos no sé muy bien que pretenden, porque quien realmente está afectado no es el posible padrino, que estará ya curado de espanto de tanta discriminación, sino su hermana, su madre y su sobrino que deben de creer firmemente en la Iglesia y que desean que el pequeño sea bautizado. Además los padrinos, los supuestos protectores del niño en ausencia de sus padres, serán de elección de los padres, ¿no? Ellos sabrán quién lo va a cuidar mejor, antes que el párroco.
Lo que a estos curas les sienta mal no es que Jose Manuel sea gay, sino que sea gay convencido, descarado y casado con otro hombre. En las ceremonias que se realizan en los templos, los gays abundan: entre los novios, padrinos y celebrantes. Lo sabemos todos, pero que nadie lo vaya aireando.
miércoles, 3 de junio de 2009
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